De 1996 a 2010 el número de niños y niñas en situación de calle se incrementó en un 658%

En Bolivia, viven 4 millones 500 mil niños; de ellos, 2 millones 800 mil viven en alguna situación de riesgo para su vida, como es el maltrato, el abandono, la pobreza extrema, o el estar obligado a vivir en la calle. En la ciudad de Santa Cruz, desde el año 1996 a 2005 el número de niños, niñas y adolescentes en situación de calle aumentó en más de un 370%. Lo que quiere decir, que se pasó de 117 niños identificados en 1996, a  437 en 2005 (“No me llames niño de la calle”, Fundación SEPA 2006 -Editorial imprenta el País). Un drama social que en 2010 alcanzó a 837 (Servicio de Políticas Sociales –SEDEPOS 2010), lo que deriva a un incremento de 658% de niños y niñas y adolescentes que en 2010 vivían en una situación de calle.

Niños y niñas que hoy, permanecen en los canales de drenaje y recovecos de la ciudad, deambulando por las calles, haciendo malabares, piruetas y saltos, limpiando vidrios en el semáforo, cantando o vendiendo en los micros. Todo les sirve para ganar monedas. Se tratan de acciones fáciles de aprender donde “uno solo basta para subsistir”. Son niños con motivaciones, anhelos e inquietudes, pero que están reunidos bajo una misma circunstancia: carecen de un hogar que los proteja, y buscan formas de sobrevivir en la calle; siendo cada día  más en número y en más duras condiciones de vida.


Terceras generaciones de vida en la calle
Visibles son los estragos que la permanencia de vivir en la calle les causa a los niños y niñas, a las familias y a la sociedad en su conjunto. Actualmente, 6 de cada 10 adolescentes de 15 años, y 8 de cada 10 jóvenes de 19 que viven en situación de calle o trabajan en los semáforos, afirman que comenzaron a salir de sus casas entre los 8 y los 10 años; lo que supone entre 3 y 9 años viviendo o trabajando en la calle.

La calle es una opción que los niños eligen al principio como una solución urgente y temporal, pero que rápidamente se vuelve rutinaria y, en algunos casos viciada, principalmente por no encontrar en otras opciones de desarrollo oportunidades para una mejor vida.

El dato más alarmante, son los nacimientos de bebés de madres adolescentes que han vivido en la calle todo el proceso de gestación, hasta el nacimiento; bebés que se crían y crecen viviendo en la calle, junto con su madre y, en algunos casos, también junto con su abuela; se trata de un drama social: Terceras generaciones de familias que viven en las calles de la ciudad. Un flagelo para los que iniciando su vida en sociedad tienen que desarrollarse sin la protección, sin el cuidado y la valoración que todo ser necesita para crecer en plenitud. Una situación que merece ser abordada de forma inmediata y preferente.

Una Convención que no se cumple
Bolivia firmó la “Convención del Niño” en el año 1989, y 10 años más tarde realizó la modificación del “Código Niño, Niña, Adolescente”. Con esta reforma, se logra un enfoque integral en el reconocimiento del pleno ejercicio de todos los derechos: A sobrevivir; a desarrollarse plenamente; a estar protegidos contra el abuso, la explotación; y a participar de forma integral en la vida familiar, cultural y social. Estos derechos se protegen garantizando la atención a la salud; a la educación; y a la protección jurídica, civil y social a todos los niños y niñas sin discriminación alguna.

Sin embargo, los derechos de la niñez no han logrado impactar en el fenómeno social de los niños que viven en la calle, ya que continúan sus derechos violentados de forma cotidiana, y sin lograr resultados sinceros, ni en las políticas sociales, ni en las metodologías aplicadas por las instituciones vinculadas con la temática, que son conscientes de que los derechos fundamentales de los niños y niñas siguen siendo violentados de manera absoluta cada día.

Permanencia de Derechos vulnerados
“La figura emblemática de la ausencia total de  derechos”,  es un concepto con el que los expertos se refieren al niño en situación de calle. En los canales de drenaje y en los recovecos de las calles, no están disponibles los servicios de saneamiento básicos que necesita el ser humano, se vive sin alimento nutritivo, sin educación, sin atención a la salud, sin vivienda, sin agua potable, sin higiene, sin protección integral. En los canales y las calles hay niños y niñas, conviviendo con adultos viciados que los exponen a situaciones de violencia extrema, bajo la dependencia de un consumo abusivo de sustancias tóxicas y la coacción para actividades ilegales; ambientes altamente dañinos para su salud física y mental, y para su integridad presente y futura.

Es una de las tareas centrales de toda acción dirigida a los niños y niñas, colocarse en el plano de una política social, integral y participativa; con espacios para la reflexión y respuesta a los interrogantes fundamentales: ¿Conocemos la situación real desde la relación sincera con el niño y la niña?; ¿Es mi intervención consonante con las necesidades reales de los niños y niñas?; ¿Permite el ejercicio pleno de los derechos?; ¿Propone soluciones integrales y a largo plazo?

Es necesario reconocer que no existe política social útil y pertinente, si no se  encuentra sustentada y presupuestada en el marco de cada gobierno; si no se conoce la verdadera realidad de los niños y niñas a los que se quiere abordar; si se deja intactos a quienes –adultos y funcionarios del orden- violentan fuertemente los derechos de los niños y jóvenes que viven en situación de calle y; sobre todo, si no se tiene en cuenta la participación  activa de los niños, niñas y jóvenes en los programas de atención realizados para ellos.

Un Acuerdo social urgente
Erradicar la situación de calle de los niños y niñas bolivianos, es una deber de todos. Se hace necesario un acuerdo social participativo e integrador, con compromisos a corto plazo, para que ni los canales de drenaje, ni los recovecos de las calles de la ciudad, sean lugares dónde habiten menores de edad. Es urgente restablecer protocolos de abordaje integral, profesional y en Red,  que aseguren soluciones sinceras y resultados sostenibles.

El compromiso del presente y futuro de cualquier sociedad pasa por sus niños, niñas y jóvenes; por lo tanto no es aventurado asegurar que si se continúa trabajando como hasta ahora, la población de niños, niñas y jóvenes que trabajan, viven y están en la calle,  dirigirá el nivel de desarrollo pobre y de injusticia social que revela nuestra ciudad. Y es derecho de todos vivir en paz y con dignidad en sociedad.

Fuente: Dirección de Comunicación - SON de Vida
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